Nos
acercamos al Frente Estudiantil Popular (FEP), una agrupación de universitarios
con la mirada y el oído puestos en el pueblo. Aquí repasamos sus orígenes y un
balance de las actividades realizadas en el año a través de su titular, Rodrigo
López Merino.
Corría el 2009 en la facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Lomas. Allí un grupo pequeño de estudiantes empieza a reunirse:
hablan de política, de las cursadas y, de a poco, marcan su punto de vista
sobre diferentes problemáticas sociales y universitarias. Las demandas
originaron la necesidad de crear un espacio de representación. Así nació el
FEP, Frente Estudiantil Popular, la agrupación que desde hace dos años conduce
el centro de estudiantes de Sociales y que revalidó su mandato para el 2017, ya
que volvió a ganar las elecciones. Nos recibe Rodrigo López Merino, integrante
de la conducción, para repasar parte de su historia y su presente.
La educación como
acto político
El FEP mantiene aún a muchos de
aquellos compañeros de la primera hora, sus mentores ideológicos como Eber
Iraizoz, estudiante de periodismo y pilar de la agrupación, y Diego Velázquez,
primer consejero académico que representó al FEP en 2013 y 2014. Rodrigo
también integra esa camada. «La
agrupación fue creciendo mucho -nos dice, y agrega:- Hoy, además, la integran
graduados de las diferentes carreras, tanto de Sociales como de Derecho, junto
a los docentes de esta casa de altos estudios que entienden que la educación es
un acto político de transformación de la realidad. Porque no se puede estar
ajeno a lo que día a día vive la comunidad.»
El FEP ocupa la totalidad de los
cargos electivos estudiantiles en la facultad de Sociales, en el consejo
académico y la asamblea universitaria, así como también dispone del único
representante estudiantil del consejo superior. Se trata de una agrupación de pensamiento
peronista, que participa activamente en los reclamos populares y sectoriales.
Una de sus consignas es «la universidad junto al pueblo y en la calle». Esa
inspiración, desde y hacia lo popular, es la base de una variada actividad
extra-académica.
En efecto, el FEP realiza anualmente
más de setenta cursos, siempre gratuitos y abiertos a la comunidad. Cerca de
5.000 vecinos pasan al año por estas actividades extra-curriculares organizadas
por la agrupación. Además se ofrecen charlas y mesas de discusión sobre temas
de historia y política. «Gran parte de ellos pisan por primera vez una
universidad. Algunos se quedan a cursar carreras de grado, logrando nuestro fin
último con estas actividades: que la universidad esté al servicio del pueblo
trabajador» asegura López Merino.
La mirada hacia lo
barrial
Durante este 2016 el FEP creó las
«3P», un espacio de prácticas profesionales que permiten a estudiantes de
carreras de grado realizar trabajos voluntarios dentro de la comunidad. El
objetivo es facilitar una formación profesional e intervenir sobre las
problemáticas concretas de los barrios que se encuentran alrededor de la
universidad
En otro orden, la agrupación también
coordina al FEC (Frente de Estudiantes del Conurbano), un espacio nacido para
dar pelea al reclamo histórico por el boleto estudiantil, y que se viene
consolidando como un espacio de trabajo que agrupa a más de veinte
uni-versidades, terciarios y secundarios del conurbano.
Desde un principio el FEP tuvo por
meta no quedarse con la mirada universitaria. Diferenciándose de otras
agrupaciones, brega por un fuerte trabajo territorial. Hoy cuenta con
referentes en Lanús, Lomas de Zamora, Alte Brown y Echeverría, además de tres
unidades básicas donde se dictan cursos abiertos a la comunidad y gratuitos, y
un oído cercano a las necesidades de los vecinos.
«Estamos convencidos que hoy más que
nunca, mientras desde el gobierno se toman medidas antipopulares que llevan al
desempleo, a bajar el nivel adquisitivo y restar oportunidades a los sectores más
desfavorecidos, nuestra tarea como militantes es estar con los vecinos.
Escucharlos y acom-pañarlos. Dar la batalla cultural, tanto en la universidad
como en los barrios. Llamar al debate y a la reflexión permanente, y no caer en
reduccionismos simplistas. En definitiva, se trata de trabajar para que las
universidades no vuelvan a convertirse en espacios para minorías selectas»
concluye.
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